sábado, 18 de diciembre de 2010

Como no se debe terminar un largo día de trabajo

A lo mejor (espero que no) eres de los que tomó (o tal vez la tomaron por ti) la decisión de trabajar incansablemente para un grupo de accionistas que les interesa no mucho si has dormido ocho o cuatro horas por día esta semana. Te están esperando en casa para celebrar el cumpleaños de tu hermano menor, ¿pero como se le ocurre cumplir años justo hoy, cuando estoy atiborrado de trabajo? “Si mama ya voy. Estoy full”. Vaya frase, algunos lo dicen con el orgullo por ganarse el pan con el sudor de su frente, otros resignados a esa suerte. Sea como sea, siempre será mejor emplear esa frase en momentos de ocio, esos que ya no tienes, y que recuerdas, sonriendo a la pared con cara de tonto, cuando tenías catorce años y solo ibas al colegio. Así es, ahora te das cuenta que solo ibas al colegio y nada más.

En aquellos años también estabas full, pero full ocio, siendo mas claro, hueveando de lo lindo, que delicia, que gratificante es pensar en nada con el uniforme de tu colegio puesto. Tiempos que no volverán dicen, yo pienso que volverán si tu deseas que vuelvan.

Regresamos al edificio inteligente, o centro de labores, ya concluiste tu tarea sacrificada, la de analizar y cuestionar todo lo que se te cruce por la pantalla, absolutamente todo, ya enviaste el mail con el archivo adjunto, te ganaste la sonrisa de tu jefe, quedaste bien con él, se te infla el pecho de gloria por ser más un profesional a carta cabal. Ahora ingresas a tu auto, que lógicamente aun no terminas de pagar, y enfilas al cumpleaños de quien cogiste en brazos por largos años de tu vida, ni te alcanzó tiempo de comprarle un regalo, “ya llego hermano, tranquilo”, son las 10 de la noche y en casa sabes que siempre te esperan antes de dar el primer bocado de la cena. Todo terminó, que bueno, “ahora puedo disfrutar de mi vida”, a las 10pm, un poquito tarde pero “así es pues”, la compañía te paga por ello y no ganas poco, te están pagando para que trabajes lo suficiente como para disfrutar de tu vida de a de veras dos horas de lunes y viernes, que son las horas que transcurren entre que sales de la oficina y te hechas a dormir, y tienes todo el sábado y domingo para vivir, claro, si le restas la ruma de horas que duermes esos días para compensar lo que en realidad no se puede compensar, pero hombre y todavía te quejas?

Al fin entraste al departamento de tus padres y abrazas a tu hermano, le pides disculpas por la tardanza, todos mirándote contentos y lánguidos al mismo tiempo, incluido los tíos y abuelos ojerosos, cagandose de hambre, con los cubiertos en la mano y ahora si volviendo a la vida por tu llegada. Te vibra el bolsillo mientras brindas ni bien has llegado, es tu celular. Lees un mensaje nuevo. Una urgencia más para el capitán cavernícola. De quien mas podría ser el mensaje si no es de tu jefecito “Buen trabajo, pero mañana 7am, hay cambios que hacer”. Además de no entender para variar las ambigüedades en los mensajes de tu jefe, tu mente regreso a la oficina, tu cuerpo esta aquí, pero tu cabeza allá, te olvidaste de tu hermano y estando él a tu lado. La cena ya no es cena, es mero trámite. Oye, dice tu tío, “te están saliendo canas”. Ven siéntate hijo, te sirvo? “No gracias, no tengo mucha hambre”. La pregunta es ¿realmente termino tu día de trabajo?

Coach opina: Trabajas para vivir o vives para trabajar?
Coach recomienda: Piensa en tu salud, créeme que es más que comer sano. Encuentra un lugar donde seas tú, sí existe, probablemente no has salido a buscarlo decididamente.
Coach imagina: … De quien más podría ser el mensaje si no es de tu jefecito “Buen trabajo, que descanses bien”.

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